Gris como una rata,
grande como una casa,
la nariz de serpiente,
hago temblar la tierra
cuando piso la hierba;
y los árboles crujen.
Con cuernos en la boca
por el Sur voy moviendo
las inmensas orejas.
Desde años sin cuento,
marcho de un lado a otro,
y ni para morir
en la tierra me acuesto.
Yo soy el Olifante,
el más grande de todos,
viejo, alto y enorme.
Si alguna vez me ves,
no podrás olvidarme.
Y si nunca me encuentras
no pensarás que existo.
Soy el viejo Olifante,
el que nunca se acuesta.
Las aventuras de Tom Bombadil y otros poemas de El Libro Rojo
J. R. R. Tolkien (1962)
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